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Suena raro escucharlo de un activista que forjó su prestigio precisamente en la defensa del derecho de tránsito de los migrantes: “Las personas migrantes están en su derecho de buscar llegar a donde ellos quieren. El Estado mexicano ha puesto condiciones como cualquier otro. Yo pienso que las personas migrantes pueden respetarlos. Si no quieren respetar eso, pueden esperar en Guatemala, al menos hasta que pase este tiempo electoral tan terrible y furioso de Donald Trump”.
Es lo que ahora dice el padre Alejandro Solalinde, quien hasta hace unos años cobijó y dio refugió a guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, entre otros, para que cruzaran México para llegar a Estados Unidos.