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El cubano Trígimo Suárez Arcia, de 70 años, asegura que siente «gusto» por comer vidrio, en particular las bombillas fluorescentes (luz fría), que devora como si fueran un gran manjar, sin haber causado ningún daño a su organismo hasta la fecha. «Yo como vidrio a cada rato, porque nací así. No paso más de 15 días sin hacerlo», afirmó en una entrevista publicada en el periódico oficial Juventud Rebelde este hombre de origen campesino que vive en Cabacú, un pueblo de la localidad de Baracoa, en el extremo más oriental de Cuba.