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Un mes de luna de miel y contando. Andrés Manuel López Obrador todavía no asume el poder en México, pero su triunfo del 1 de julio ha servido de bálsamo para un país aquejado por la violencia y la corrupción. Las encuestas reflejan un optimismo generalizado ante la victoria del izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). El futuro mandatario ha tomado las riendas de la agenda diaria aún a cuatro meses de recibir la banda presidencial de manos de Enrique Peña Nieto. Sin siquiera haber recibido la constancia de ganador de la elección, el político ha comenzado a hacer nombramientos, a exigir reformas y a dibujar las líneas maestras de su Gobierno, iniciando con un proyecto de austeridad que pretende acabar con los privilegios de las élites políticas y así reanimar la política social.