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Pudiera parecer un chiste si no fuera que ocurrió de verdad y el hombre, bravuconadas aparte, puso en peligro a conductores y peatones. Sucedió el 10 de mayo del 2015 y, según cuenta la sentencia del Juzgado de lo Penal número 5 de A Coruña, el ahora condenado se comportó con temeridad primero y con desvergüenza después. Sobre las cinco de la madrugada de aquel día, los componentes de una patrulla de la Policía Local vieron como un hombre con signos de estar borracho se subía a una moto y a duras penas mantenía el equilibrio. Así que le dieron el alto. El conductor, lejos de acatar la orden, aceleró su moto e inició una huida temeraria que lo llevó desde la calle Europa a la ronda de Outeiro, Sardiñeira, Pérez Ardá, Monelos y Eirís. Un recorrido en el que no respetó semáforos ni el límite de velocidad, pues llegó a poner su moto a más de 100 kilómetros por hora. Mal equipaje para llegar lejos. En Eirís, con dos coches patrulla pisándole la huella, perdió el control de la moto y se fue al suelo.