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México, pues, ha dejado de ser un Estado; es la selva. En ésta, todo se vale: No nos sorprendamos si comenzamos a enterarnos de policías que son atropellados al intentar detener algún vehículo. O de padres de familia que andan armados y, a la menor provocación, disparan. O de conflictos entre condóminos que terminan en tragedia. O de franeleros asesinados por automovilistas que están hartos de ellos. O de automovilistas asesinados por franeleros. O de más secuestros, ejecuciones, delitos sexuales, etcétera...