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El sol asoma en la aldea wichi Cañitas e ilumina la capilla construida con barro, troncos y paja. Sobre la puerta, un cartel en idioma aborigen anuncia el nombre de la iglesia: “La vida abundante”. En la inmensidad del monte formoseño resuena el canto de los caciques que practican sus alabanzas en un ritual que se reitera con cada amanecer. Pero, muy lejos de lo que predica el cartel de la iglesia, lo único abundante en el departamento Ramón Lista son las carencias.