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No es la primera vez que a la administración de Eugenio Hernández se le acusa de indolencia o nexos con el crimen organizado que opera en su entidad. Instalado en el autismo total, por decir lo menos, el gobernador de Tamaulipas no se entera, o no quiere enterarse, de la situación crítica que vive su estado. No sólo por la presencia y operación del narcotráfico, que para los tamaulipecos desgraciadamente se ha vuelto cotidiana, sino por la ola de secuestros en diversas regiones de la entidad norteña