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Rémi Gaillard se ha convertido en uno de los rostros más populares de Francia. Su presencia en cualquier evento deportivo advierte de que algo está a punto de suceder, pero hubo un tiempo en que esto no era así. Gaillard campaba a sus anchas entre jugadores, periodistas y fuerzas de seguridad que no se percataban que era un infiltrado. Desde celebrar una Copa de Francia en el césped de Saint Denis, hasta cantar el himno nacional con la selección de vólibol.