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Sergey Brin y Larry Page no tienen problemas de aparcamiento. En el campus de Google hay plazas de sobra para el coche y el avión —o los aviones- lo dejan a pocos minutos, en un hangar del Centro de Investigación Ames de la NASA. Es mucho más práctico que tener el avión en el aeropuerto de San Francisco o San José y si hay que bajar cada tres o cuatro horas a cambiarle el tique, queda a un tiro de piedra.