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Faltaban pocos días para que Jenny conociera a su hijo. Tenía ocho meses de embarazo, sin embargo, una bala en la cabeza disparada por un presunto sicario puso fin a su vida, pero no a la de su bebé.
Jenny, de 18 años, y su esposo César de 22, convivían con varios amigos cuando un hombre que cubría su rostro con el gorro de una sudadera negra abrió fuego contra los jóvenes.