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“Las personas se están muriendo en la calle, los doctores no quieren salir a checarlos, en los hospitales no los reciben porque no hay camas. Mi hermano murió en mis brazos, en el carro en el que lo llevaba, porque nadie se tocó el corazón, y así se están perdiendo otras vidas porque en Reynosa el sistema de Salud colapsó”, lamenta Julián, bañado en llanto.
Recuerda que su hermano, de 36 años, padre de tres hijos y trabajador de maquiladora, le pedía que ya no solicitara favores, que lo dejara morir, al ver que los hospitales estaban saturados y los médicos no podían atenderlo. Finalmente murió en su auto el 2 de julio.