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Rodeado en cientos de kilómetros sólo por el constante rumor del viento patagónico, se abre el Cañadón del Río Pinturas. Allí, entre los pliegues de sus altos paredones, se descubre el arte rupestre de Cuevas de las Manos, donde pobladores de 9.000 años atrás sellaron su arte y su testimonio de vida. Su fama no es por nada. Esas manos, guanacos y figuras geométricas estampados en la piedra de la cueva constituyen la más antigua expresión, que se tenga conocimiento, de los pueblos sudamericanos. Así lo entendió la Unesco, cuando en 1999 lo nombr