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Las macroalgas siempre han habitado los esteros y lagunas costeras del Caribe; sin embargo, los primeros arribos en las costas mexicanas se dieron en 2011, y después en 2014 y con mayores volúmenes cada año. En 2018 el sargazo rebasó el medio millón de toneladas y los especialistas prevén que este año las cifras aumenten. Brian Lapointe, científico de la Universidad Atlántica de Florida cree que el crecimiento de estas plantas es debido al exceso de nutrientes en aguas residuales urbanas y de fertilizantes agrícolas. Los efectos nocivos de la presencia excesiva de las macroalgas en el medio ambiente impactan en los arrecifes de coral, los manglares y la fauna marina.