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La absurda decisión -o por lo menos extraña- se tomó en la Universidad de Lincoln, en Pensilvania. Y está relacionada con un programa iniciado por esta universidad en el 2006 con el propósito de entusiasmar a sus estudiantes gordos a perder peso, a través de una rutina llamada Fitness for Life, que incluía Pilates, ejercicios y juegos de aptitud física.